jueves, 20 de agosto de 2009

Capítulo 2 : ¿Amor?

El corazón se me había vuelto loco. No podía creerlo. Mi corazón había muerto hace años... no era posible que siguiese latiendo y no de esa manera.
Dante miraba por la ventanilla sin inmutarse. ¿Cómo no lo podía oír? Latía tan fuerte que casi se me podía salir del pecho.
Su mano aún permanecía cerca de la mía, no encima, pero la rozaba. Tenía unas ganas terribles de cogérsela. No, no podía hacer eso... él no sentiría lo mismo que yo...
Pero... ¿Qué sentía yo? Él me gustaba... no, no me gustaba, era algo más...
¿Amor? No, imposible. Amé a alguien hace tiempo y no fue una experiencia muy agradable. Pero aquel sentimiento era muy fuerte... no podía ser otra cosa.
- ¿Y porqué vas a Dallas? –preguntó repentinamente, me dio un susto y todo.
Tardé unos segundos en reaccionar. Me quedé mirando sus ojos de color azul cielo.
- Ah... pues... estoy por un intercambio...-susurré avergonzada.
- Oh, qué bien. Lo mismo Dallas no te gusta mucho... vienes de NY y todo allí es muy... no sé como decirlo...
¿Grande, pijo? Pensé.
- Quizás... estrambótico.
- ¿Estrambótico? –pregunté, confusa.
- Sí -dijo riéndose de mi expresión-, es la sensación que me dio.
Era curioso, me empecé a reír yo también. Hacía bastante que no me reía. Era una sensación muy...¿feliz?
...

Noté como algo me movía levemente. Abrí lentamente los ojos, me había dormido.
Todo estaba algo oscuro y vacío. Notaba que estaba apoyada en algo, me giré y vi el rostro de Dante a pocos centímetros del mío.
- Ya hemos llegado Melinda.- dijo con voz suave.
Noté como la sangre me subía a la cabeza. Me recliné rápidamente.
- Lo siento mucho... me dormí encima tuya...
- No te preocupes, pero, tendríamos que ir saliendo ya. Esto está vacío.
Asentí y rápidamente cogí la pequeña bandolera que llevaba.

Salimos del avión. Noté como llevaba colgando los auriculares del MP3, aún seguía sonando la música.

Cogimos las maletas y salimos hacia donde esperaba la gente a los pasajeros. No sabía quienes eran los que me recogerían, pero, suponía que llevarían un cartel con: “Melinda Smith” escrito.
Giré la cabeza hacia Dante. Él no parecía buscar a nadie.
- ¿Nadie viene a por ti? –pregunté, mi voz era casi inaudible con el follón que había a nuestro alrededor.
- No –respondió-, pero te esperaré, no voy a dejarte sola en una ciudad que no conoces.
¿ Me va a esperar? ¿A mí? ¿A una chica que había conocido hace escasas horas?
- No tienes porqué esperarme, puedes irte. –respondí, aunque, no era mi deseo que se fuera. Miré sus ojos azules. Recorrí con la mirada todo su cuerpo, antes o había visto un poco pero, me paré a observar cada parte con detalle, ¿sería la última vez que fuera a ver? Seguro. Pelo negro, corto, mirada azul y distante, torso atlético, piernas y brazos musculosos...
- Creo... creo que tu familia es esa –dijo, despertándome de mis pensamientos y señalando a una mujer, un chico y una chica que miraban a todos lados.-, los de allí.
Acerqué un poco y los observé de más de cerca. Como había imaginado, la mujer tenía un cartel en la mano que ponía mi nombre. Suspiré. Sí, era mi familia de acogida.
Volví la mirada a Dante, él me miraba con una sonrisa ero con algo de nostalgia en los ojos.
- Bueno, me voy ya... –dijo mientras miraba hacia el fondo. – Adiós.
- ¡O-oye! –grité, él se giró velozmente. Me arrepentí me sonrojé.- ¿Crees que nos volveremos a ver? Es que... eres muy simpático y eso...
Él sonrió y se acercó a mí. Cogió un bolígrafo y me cogió el brazo. Empezó a escribir en el brazo.
Pude ver lo que escribió cuando acabó, un número de móvil.
- ¿Me llamarás? –dijo con una sonrisa, ¿nunca se hartaba de sonreír?
- C-claro...
Sonó una alarma. Dante cogió su móvil rápidamente y abrió la tapa.
- Me tengo que ir –dijo con una mueca.-, llámame, ¿vale? ¡Adiós!
Me despedí con la mano, algo aturdida. Respiré hondo y me dirigí hacia la pequeña familia. Venga, Melinda, tú puedes. Me dije a mí misma.

Fui a paso lento, tapándome el número de teléfono. Al acercarme a ellos, la chica joven se giró hacia mí y me miró. Poco después, tocó a la mujer adulta y me señaló.
La mujer adulta se acercó a mí a paso ligero.
- ¿Eres Melinda Smith?

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