jueves, 20 de agosto de 2009

Capítulo 3 : Mi nueva casa y la gente que vive en ella (parte 1)

Asentí, algo avergonzada.
- Oh, qué bien. Te estábamos esperando, querida –dijo, alegremente la mujer. ¿Querida? Pensé. -. Dean, ya la hemos encontrado –dijo, volviéndose a atrás mirando al chico que venía con ellas.
Saludé tímidamente con la mano y observé a la familia que me acogería en éste próximo año.
La mujer adulta aparentaba unos 37 años o por ahí. Parecía la típica ama de casa. Me era extraño ver que aun existían mujeres que sólo de dedicaban a la casa... algo machista. Tenía el pelo cogido en un pequeño moño y era de color rubio oscuro. Sonreía.
Dirigí la mirada a la chica, parecía de mi edad. Era esbelta y muy guapa, algo baja y en muy buena forma. Rubia y de pelo liso. Animadora seguro.
Por último, miré al chico que se acercaba. Era fornido y alto. También era muy guapo y tenía el pelo, corto y de punta, rubio. Por la musculatura de sus brazos supuse que era jugador de rugby.
Suspiré. La típica familia me había tenido que tocar... seguro que el padre era el que trae el dinero a casa y lee todas las mañanas el periódico mientras se toma su café.
- Chicos, ésta es Melinda –dijo la ama de casa con una sonrisa en sus labios-. Yo soy Elizabeth y éstos son mis hijos: Dean y Anya –sonreí tímidamente y ellos me respondieron con un asentimiento. Empezamos bien...

Elizabeth no paró de hablar hasta que entramos en el coche. Decía que iba a estar muy bien en su casa y que me lo pasaría genial. Yo me limitaba a asentir en el momento adecuado.
Sus hijos tenían cara de aburridos.

Entramos en el coche y me senté en la parte trasera junto a Anya.
Ésta sacó un espejillo y se miró. Al ver que estaba perfecta lo guardó. Dean toqueteaba la radio en busca de una emisora.
- ¡Eh! Quiero escuchar esa canción de Beyoncé –espetó Anya.
- Esa tía es una mierda. La música que escuchas es una mierda –dijo mientras seguía buscando alguna emisora decente.
- Anda que la tuya... –susurró ella.
Elizabeth les miro de forma amenazadora y ellos se encogieron. Qué familia más feliz...
El resto del viaje en coche fue de un silencio algo incómodo.

Llegamos a aquella casa una media hora después. Era grande y clara.
Entramos en la casa. Era bastante acogedora y estaba llena de vida, algo, que era extraño en mi casa, ya que, mi madre se pasaba el día trabajando y yo me quedaba en casa, sola y sin compañía.
Dean me cogió mi “maleta-bolsa” y la subió por las escaleras. Le seguí, algo atolondrada, no sabía adonde ir y me limité a callar.

Al llegar al final de las escaleras, giro a la derecha y se adentró en un pasillo donde asomaban 4 puertas. Pasó de largo las 3 primeras y se paró en la última. Aminoré el paso y me detuve enfrente también. Observé lo que supuse que era mi futura habitación.
En ella había una cama, un escritorio, una mesilla de noche y un armario no muy grande. Entré despacio. Era bastante acogedora (por no decir algo pequeña) y algo que me llamó fue una ventana bastante grande que había. Me acerqué a ella, daba a la parte delantera de la casa. Se veía el jardín, las demás casas... Era un barrio bastante grande y tenía pinta de valer mucho las casas, todas eran muy grandes.

- Bueno... te voy a dejar a solas para que pongas tus cosas en tu sitio... –dijo Dean y salió de la habitación.
Volví a observar aquella habitación. Me gustaba bastante.

Puse mi maleta sobre la cama y la abrí. Saqué poco a poco mi escasa ropa y la fui colocando en el armario.
Mi maleta se quedó vacía a los pocos minutos. Acabé tumbada en la cama mirando el techo. Suspiré. Una nueva vida en Texas... que mal sonaba eso.
Intenté rememorar recuerdos felices, era algo complicado siendo yo.

>>-Ése también es muy guapo –dijo con una carcajada Sophie, señalando a un tío con una pinta horrible.
- ¡Tú estás loca! –grité, riéndome también. Estábamos mi mejor amiga y yo en el centro comercial, viendo a los chicos pasar y criticándolos. Sophie quería que tuviera un novio, siempre hacía lo mismo cuando se ligaba a un chico nuevo.
- Con lo guapa que eres y sin novio... –dijo Sophie con un suspiro- Quizá con un cambio de imagen...
- ¿Qué tengo de malo? –me quejé sonoramente.
- Si te maquillaras estarías más mona... y si te pusieras ropa más ceñida...
Suspiré. Ya le había dicho mil veces a Sophie que yo no era así, no me gustaba maquillarme ni arreglarme mucho, pero ella era muy cabezota.
Nos quedamos en silencio un rato. Ella seguía buscándome “pretendientes” y yo miraba con ansia la heladería del centro.
- ¡Ajá! –escuché que gritaba Sophie.>>

En ese momento escuché un ruido. Abrí os ojos poco a poco, me había quedado dormida encima de la cama. Al darme cuenta, miré el reloj de mi muñeca. Sólo había pasado media hora en mi mundo de sueños.... menos mal.
Me recosté en la cama y busqué de donde provenía aquel ruido. Salí de la habitación y miré al pasillo. Escuché como se quejaba sonoramente con un taco Anya. Me acerqué a su habitación y la vi con cara de enfado y una cosa extraña en el suelo, estaba rota.
- Perdón... –susurré. Anya se giró bruscamente y miró a su “cosa” en el suelo.
- Lo siento, no quería asustarte,... es que se me ha caído una maqueta que tenía que dar mañana... si no hago esta maqueta de un lagarto me suspenderán... –dijo con voz triste y yo miré a la maqueta del suelo, ¿eso era un lagarto?
Me senté a su lado en el suelo y cogí los trozos de maqueta.
- Te puedo ayudar si quieres, pero tendrás que hacerla de nuevo, no parece nada un lagarto.
Ella sonrió tímidamente y nos pusimos en ellos.

Mientras hacíamos una maqueta decente, investigué un poco su habitación. Era más grande que la mía y las paredes eran de un tono blanquinoso y rosado, había un armario realmente grande, una cama con una colcha de color rojo y un cojín de corazón y por las paredes colgaban algunas fotos de ella y supuse que de sus amigas y algunas cantantes de pop. Me pareció la típica habitación de una adolescente rica y algo infantil.
Ella se dio cuenta en como observaba la habitación.
- ¿Te gusta? –preguntó con una pequeña sonrisa.
Es una habitación bastante infantil, teniendo en cuenta que eres un año mayor que yo, y algo fea es. –pensé sinceramente, pero no podía decirle eso.
- Es bastante mona –dije para que me entendiese. Ella sonrió complacida.Tenía la sensación que no acabaría de llevarme muy bien con ella por la diferencia de gustos.

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